Altza XIX. mendeko kroniketan

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San Markoseko gotorlekura irteera baten deskribapen zehatza

La Unión Vascongada – 1893-08-03

San Marcos
(Recuerdo de una excursión)

Días pasados reunido con mis amigos Villa y Rivilla (Francisco y Miguel), proyectamos una excursión al fuerte de San Marcos, la cual llevamos a cabo, tomando por Loyola la altura de Ametzagaña, y dirigiéndonos de este punto directamente a San Marcos.

No voy a ocuparme en estas líneas de un estudio del fuerte bajo el aspecto militar, por conocerme incompetente en la materia, sino que voy a indicar la situación de San Marcos transmitiendo al papel mis impresiones.

Como sabrán mis apreciables lectores, de la parte alta del fuerte se divisan preciosas vistas.

Voy a indicar algunas de las que recuerdo. San Sebastián con la bahía de la Concha, castillo de la Mota, faro de Montefrío, y la isla de Santa Clara, que se asemeja a un cetáceo que asoma su corpulencia por la superficie de las aguas. Monte Ulía en la barra de la Zurriola. Canal y bahía de Pasajes. Ancho, Rentería, Oyarzun y Lezo, Monte Jaizquíbel, Hendaya, desembocadura del Bidasoa, Behovia, Biarritz, distinguiéndose claramente su faro, las rocas llamadas Les deux soeurs en Hendaya, Peña de Aya, Choritoquieta, montes de Goizueta, de Hernani, de Andoain, de Villabona, de Tolosa, el gigantesco Hernio, monte de Igueldo, Mendizorrotz, Arrasain, Celatum, Anduz, Izarraitz, montes de Guetaria, de Zumaya, de Deva, de Motrico, etc., hasta el Cabo de Machichaco y otra infinidad de vistas que en el momento no recuerdo.

A propósito de vistas, se nos dijo en el fuerte que tienen un anteojo de larga vista, por medio del cual pueden ver la hora que marca el reloj de San Vicente en esta ciudad; y también se ven los bañistas de la playa de Biarritz, y claramente la torre de la catedral de Bayona.

Vamos a hacer ahora una ligera descripción del fuerte.

A la entrada al fuerte hay un paso que conduce al puente corredizo, y después del puente hay un paso, a cuya derecha están las habitaciones del señor gobernador del fuerte, y a la izquierda el cuerpo de guardia. Encima de este paso hay una lápida, que recuerda el acto de la colocación de la primera piedra del dicho fuerte. Una vez salidos de este paso nos encontramos con el patio en el cual están la cocina y el cuarto de aseo de la tropa que guarnece el fuerte. A la derecha hay una galería en la cual están la capilla, el pabellón de los oficiales, los almacenes de artillería y el de proyectiles. De esta galería hay una escalera subterránea que conduce a una batería de cañones obuses. De esta batería hay una escalera subterránea que conduce a un departamento en que hay varias ametralladoras que llaman la atención por la sencillez de su mecanismo.

Por no cansar demasiado la paciencia de mis bondadosos lectores, suprimo otras partes que no llaman tanto la atención como las incluidas.

Con decir que desde la batería de los obuses hay una subida a otra batería, queda dicho todo lo que de la parte baja se puede decir.

Vamos a describir por encima la parte alta. La parte alta sólo está destinada al cuartel y a la Casa-Mata. La Casa-Mata es un departamento del edificio destinado a depósito de cañones. En la de este fuerte hay terribles, pero su mecanismo es tan sencillo, que un niño podría tirar sin dificultad un cañonazo. Respecto a este nombre de Casa-Mata, se me ocurre hacer la siguiente observación:

A mi parecer la palabra Mata, debe ser una alternación de la de Mota, que antiguamente se empleaba como equivalente de fortaleza. Así es que el nombre Casa-Mata o Casa fortaleza, cuadra muy bien a la parte del edificio destinado a ese objeto. Así se explica también el origen del nombre de la Mota que tiene el castillo de San Sebastián.

Finalmente hay una escalera que conduce a lo más alto del Castillo, desde donde se divisan preciosas vistas, algunas de la cuales hemos indicado.

Emprendimos la vuelta por el mismo camino con la diferencia de que a la ida fuimos por la falda izquierda de Ametzagaña y a la vuelta vinimos por la derecha saliendo a Polloe y de aquí a la ciudad.

Antes de terminar estas pobres líneas, debo dar gracias en mi nombre y en el de mis compañeros a los distinguidos militares señores Arnoso y Rodríguez, del castillo, que se ofrecieron a conducirnos por el fuerte.

BONIFACIO DE ECHEGARAY

San Sebastián 2 de agosto de 1898