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Protesta contra la legalidad de una votación

El Fuerista – 1896-04-17

Junta general de escrutinio
Un acta sucia

A las diez de la mañana de ayer se reunió la junta general de escrutinio de este distrito electoral, con asistencia de los interventores designados por las mesas, bajo la presidencia del magistrado don Faustino Oneca.

Contra lo que esperaban los poco avisados amigos del señor Satrústegui, don Joaquín Pavía y Bermingham presentó una protesta gravísima contra la legalidad de la votación obtenida por su contrincante, dando lectura con firme y clara voz, al correspondiente escrito que a continuación trascribimos y dice así:

“El que suscribe, vecino de esta ciudad, mayor de edad, a la Junta del escrutinio general del distrito electoral de San Sebastián, con el debido respeto y consideración expone: Que con arreglo al derecho que el artículo 68 de la ley electoral vigente le otorga, como candidato a diputados a Cortes por el citado distrito, protesta enérgica y solemnemente contra la validez y legalidad de las votaciones verificadas el día 12 de los corrientes en las diversas secciones de este distrito comprendidas en los términos municipales de Alza, Irún, Lezo, Oyarzun, Pasajes, San Sebastián y Rentería.

Arranca su protesta del vergonzoso y repugnante espectáculo que, sin recato alguno y con escarnio de toda moralidad política se va dando en las citadas secciones y más especialmente en las de esta ciudad, cotizándose y comprando votos destinados al candidato electo, como es público y notorio; hechos sin precedentes en esta provincia, que ha levantado protestas enérgicas en la prensa y ha causado el sonrojo de cuanta persona digna ha tenido la desgracia de presenciarlo.

Protesta también por los múltiples y reiterados hechos de coacción pública y notoria ejercida en varias formas con personas que dependen más o menos directamente de las corporaciones populares y de los varios organismos del Estado en este distrito electoral, con especialidad en San Sebastián donde se han llevado a cabo con un lujo de precauciones tal, que hacían poco menos que imposible el secreto tan sagrado de la votación y coartaban de manera asaz bochornosa la libertad no menos sagrada de los electores. Y aun cuando la comprobación de todos los hechos objeto de estas protestas por ministerio de la Ley está encomendada a la Comisión de actas del Congreso se entiende sin embargo sin perjuicio de ejercitarse en su caso y lugar por medio de las oportunas querellas los derechos que la misma ley electoral conoce al efecto.

No duda el que suscribe, que estas protestas dictadas por un espíritu de recta justicia serán acogidas por esa Ilustre Junta del escrutinio general cual se dispone en los artículos 66 y 71 de la ley electoral vigente a los efectos que se previenen en la misma y en el actual Reglamento del congreso de los diputados.”

Terminada la lectura del precedente documento que cayó como una bomba entre los amigos del barón de Satrústegui, dejando helado al candidato electo que no sabía qué responder, el señor Presidente manifestó que el Sr. Pavía y Birmingham formuló entonces de palabra las dos protestas de que se hace mención en su dicho escrito, haciéndolas extensivas a todas las secciones del distrito con exclusión de las de Fuenterrabía.

El candidato electo hizo un papel tristísimo; quería y no sabía ni podía defenderse, sin que fueran parte a sacarle de su apurada situación los consejos de sus amigos (letrados inclusive) le daban al oído. Dirigió telefonemas a Madrid, consultando el caso, tal vez con el mismísimo presidente del Consejo de ministros y tranquilizado un tanto sin duda con su respuesta, más satisfactoria, a lo que se vio, que las del Sr. Ortiz de la Torre y aún las del Sr. Arizpe, llamado a toda prisa en auxilio del primero, comenzó á formular contraprotestas por cada una de las del Sr. Pavía.

Así continuó la sesión hasta que terminó, hecho el recuento de votos, por la proclamación de Diputado electo a favor del señor Satrústegui; con lo que levantándose los interventores y abandonando el salón, en su mayor parte se retiraron, mientras se extendía al acta. Entre tanto, los ausentes redactaron dos protestas bajo la dirección de los señores Ortiz de la Torre y Arizpe, que fueron presentadas una hora después, al entrar otra vez en el salón para aprobar el acta. Entonces reclamó en contra el señor Pavía fundándose en que con arreglo a la ley, no cabe la admisión de protesta alguna después de la proclamación de Diputado, pidiendo que se consignara esto en acta; lo que le fue negado por la presidencia, quien sin embargo, con muy buen acuerdo, rechazó por extemporánea la que se refería a las manifestaciones contenidas en las protestas del señor Pavía, admitiendo en cambio la segunda por dirigirse personalmente contra el presidente a quien acusaban, con duras palabras, de no haber consultado a los interventores, sobre la admisión de las protestas.

Todos estos incidentes dieron lugar a una serie de discusiones, en gran parte debida a la excesiva benevolencia del presidente, que aún consintió que personas extrañas a la Junta, hiciesen uso de la palabra, tratando de imponer su opinión, siquiera fuese en momentos en que oficialmente se había levantado la sesión.

Terminamos, pues, las presentes líneas “acompañando en su sentimiento” al señor barón por la suciedad de un acta que pretendía llevar limpia sin contar con lo que pudiera ocurrir y que tanto le ha contrariado.