Altza XIX. mendeko kroniketan

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Alfredo Laffitek San Markos mendira eginiko irteeraren deskribapena

El Urumea – 1882-05-03

De paseo

Felizmente para nuestro laborioso país hace seis años que la paz beneficia sus pobres campos, pero a medida que la curiosidad u otra causa nos lleva a lugares que en aquella lamentable época conquistaron el sello de la celebridad, los recuerdos de tan funestas hazañas se agolan instantáneamente en la imaginación, máxime cuando se ha sido testigo en muchas ocasiones de la fratricida lucha.

Tengo por costumbre siempre que mis ocupaciones me lo permiten, recorrer por vía de paseo algunos kilómetros, porque creo que el campo es el mejor esparcimiento que puede darse al espíritu. Se necesita haber respirado unos años la corrompida atmósfera de los cafés de la corte, la elevada temperatura de sus teatros y pasando por los yermos alrededores que deslucen a la capital de España, para comprender el placer que experimenta el ánimo al hallarse rodeado de la exuberante vegetación que por todas partes crece y se desarrolla en esta bendita tierra euskara. Y si agregamos la benignidad de estos hermosos días de primavera…

Hoy que el naturalismo tan en boga brota de todas las plumas y absorbe todos los estilos no me atrevo a entretener a mis lectores con la descripción poética del paisaje admirado; se reirían de mi o me llamarían “cursi” pues que la vistosa verdura de los campos tiene zarzales que desgarran los vestidos; los innumerables guijarros de los bonitos caminos destrozan el calzado; las bien dibujadas montañas cansan el pecho: y si miramos la linda y variada flor de los árboles frutales, es para calcular si tendremos buena cosecha.

Más natural sería deciros que furiosos canes asaltan al transeúnte en los caseríos por donde pasa y que éste necesita librar combate en cada uno de ellos. Antes se temían la balas, ahora las mandíbulas de los perros.

Días pasados, completamente solo, así camino con mayor libertad, emprendí mi proyectada expedición al famosísimo monte de San Marcos, que dista en línea recta desde esta ciudad unos seis kilómetros.

Subiendo por la empinada cuesta “Concorrenea”, a cuyo pie se hallan la casa de Beneficencia y el paseo de Atocha con el juego de pelota, alcancé pasando por “Polloe” (camposanto) la cima “Ametzagaña” donde se conserva aún el fuerte; y continuando por la misma cordillera, en la que se asienta a distancias respetables “Garbera Goya” (última avanzada liberal) y Choritoquieta, llegué a la cumbre de San Marcos. En todo el trayecto ningún vestigio acusa la pasada guerra: los caseríos reconstruidos; las zanjas cubiertas; únicamente la falda de la colosal montaña se encuentra (aún después de tanto tiempo) agujereada como un cedazo de resultas de los miles de granadas, que por cierto, sin resultado alguno, arrojaban desde nuestras posiciones.

El sin fin de hoyos que dan a San Marcos (no el evangelista) el aspecto de un enfermo de viruela, me sugiere con la ayuda de algunos datos que poseo las siguientes reflexiones sobre la guerra.

Suponiendo que los ocho o diez fuertes que disparaban diariamente a la fortificación carlista arrojasen en todo el tiempo de la guerra unos 20.000 proyectiles próximamente y que cada uno de estos saliese costando cinco duros, resulta que nuestras tropas gastaron en salvas, o lo que es lo mismo enviaron al monte por la boca de sus cañones, unos dos millones de reales. Calculemos en veinte las granadas que penetrando en el recinto, hicieron blanco, hiriendo o matando (según testigos) a 40 hombres en toda la campaña. Tendremos, pues que deduciendo de este número los exclusivamente muertos unos 20 viene a salir que la vida de cada carlista ha costado 5.000 duros. No necesitaré advertir que en esta combinación para nada se tienen en cuenta las escaramuzas y acciones que hubo, sino solamente los efectos del bombardeo de los fuertes liberales.

Actualmente se han construido una docena de pabellones y barracas para albergue a la fuerza de ingenieros que trabaja en las nuevas fortificaciones. Éstas durarán seis años en ser levantadas, pero serán de primer orden. Gran castillo central en el mogote y unos pies más abajo un reducto formidable.

Ahora sólo se ve la inmensa explanada terminada en la meseta y que por seis dimensiones podría encerrar en su perímetro una plaza de toros; pero vaya una plaza ventilada y ¡qué vistas! Desde el Machichaco a la farola de Biarritz, el Bidasoa, los montes de Navarra y más de ocho pueblos. El panorama presenta las montañas de los alrededores como simples alturitas, y los centenares de caseríos parecen colocados a capricho como en un nacimiento: La diversidad del paisaje encanta y el purísimo aire que se respira da fuerza a los pulmones para transmitir a la lengua el sacro-santo grito de…

San Marcos tiene su principal importancia en sus posiciones naturales.

Todo el frente de la bahía de Pasajes, Francia, y montes de Navarra, está cortado a pico y con foso natural de muchísimos pies de profundidad. Por este lado es una pilón de azúcar algo achatado, pero por la parte de Choritoquieta mirando a San Sebastián es accesible y necesita un reducto más que le defienda, porque es continuación de la cordillera que va a parar al Urumea en Astigarraga, Loyola y San Sebastián. Dada la topografía del terreno, San Marcos sirve para defender contra un ataque del extranjero la capital de Guipúzcoa.

Aunque no soy militar, mi afición es grande a los estudios militares, así es que en mi humilde criterio y considerando la importancia del armamento moderno, opino con la generalidad que el número y los movimientos rápidos son en el día la base del triunfo de un ejército.

El éxito de San Marcos sería dudoso en caso de guerra extranjera, pues un cuerpo de ejército francés o inglés que se apodera por sorpresa de Pasajes (cosa más sencilla de lo que se cree por el abandono en este puerto de todo género de fortificación marítima y contando con que tampoco podamos oponernos a tan formidables escuadras) y se posesionara inmediatamente de Alza, Astigarraga y Oyarzun, cortando las comunicaciones con San Sebastián, sitiaría la gran fortaleza; y como dice el refrán plaza sitiada, etc. El bombardeo que después nos enviará el enemigo, teniendo a su disposición el camino militar para subir todo género de piezas, sería para reducir a cenizas nuestra linda ciudad.

Pasajes es la llave de San Marcos.

Seguramente que habré concluido con la paciencia de mis lectores, mas tengo la debilidad de figurarme que todo el mundo gusta de conversaciones guerreras, y me equivoco.

Mis apreciaciones no se fundan en ningún tecnicismo científico; esto queda para los ingenieros, que al pretender encerrar 500 hombres con varios cañones en posición tan inexpugnable sabrán lo que se hacen; yo solamente me limito a exponer una idea.

Por el camino militar, obra construida al amparo de los pliegues del terreno. Y que faldeando la imponente masa desciende por ente pintorescos campos a terminar en la carretera general de Francia, frente a la estación del ferrocarril de Pasajes, bajé a los muelles de este puerto, y desde este punto por el camino real, continué a San Sebastián, a donde llegué rendido de cansancio después de cuatro horitas de paseo y dieciocho kilómetros de recorrido, que me produjeron aquella noche un excelente sueño.

ALFREDO DE LAFFITTE